Ejemplos de Anécdotas Cortas
05/09/2024
⭐ Relatos narrados de lo cotidiano, los ejemplos de Anécdotas Cortas 📄 son historias breves que pueden ser humorísticas o cautivadoras. No sólo proporcionan una visión de la vida de alguien, sino que también sirven de vívida ilustración para aportar más claridad sobre un tema.
En general, una anécdota es una narración concisa de un suceso gracioso que puede basarse en hechos reales o imaginarios.
El objetivo principal de un texto narrativo es entretener y hacer pensar al público. Tiene todos los elementos de cualquier otra historia, como personajes, sus acciones descritas por un narrador omnisciente en escenarios particulares en determinados momentos. En esencia, estas historias cautivan a sus oyentes permitiéndoles reír o sacar reflexiones del relato dado.
📄 Ejemplos de Anécdotas Cortas y Divertidas
Cuando mi crush me dijo que tenía novia, casi me muero de curiosidad. ¿Quién era? Me dijo que se llamaba Isela Creyo, y entonces la realidad me golpeó: ¡todos a mi alrededor empezaron a reírse a carcajadas! Fue entonces cuando caí en la cuenta de por qué se reían...
Anticipando la ausencia de nuestro maestro, mis amigos y yo bailamos alegremente sobre las mesas para celebrarlo. Sin embargo, ¡de repente entró! Pensamos con seguridad que estábamos en problemas, pero en lugar de reprendernos, se unió a nosotros bailando encima de su mesa... ¡y sí, aún conservo un divertidísimo vídeo de todo ello!
Una mañana caótica, tenía prisa por salir de casa para ir al colegio. Con las prisas, me puse cualquier cosa sin tener en cuenta si iba a juego. Cuando llegué a clase, enseguida me di cuenta de que mis calcetines no combinaban, ¡qué situación más embarazosa! La gente empezó a hacerme preguntas como "¿Qué ha pasado?" A lo que lo único que pude hacer fue sonreír tímidamente y responder con un "Es la última moda".
Un día, preocupada por mi salud y mi bienestar, le pregunté a mi amigo el médico cómo perder peso. Su seria respuesta fue que debía mover la cabeza de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, cada vez que me ofrecieran comida, fuera la que fuera. Dada su figura autoritaria en comparación con lo ridículo del consejo que me dio, ¡lo único que pude hacer fue quedarme allí de pie con una expresión confusa en la cara, que parecía la de un cerdo!
Mi hermana pequeña me dijo hace poco que no volvería a comer pescado, ya que no le gustaba. Fue entonces cuando tuve una idea brillante La engañé diciéndole que el plato no era pescado, sino pollo italiano importado. Ella, confiada, empezó a comerse "el pollo" hasta que llegó mi madre y preguntó qué íbamos a cenar, momento en el que mi mentira se hizo evidente.
Mientras charlaba con unas amigas en la parada del autobús, en un momento fugaz ocurrió algo extraño. Sin pensarlo bien, le di un azote juguetón a la que creía que era mi mejor amiga y le dije que se hiciera a un lado... ¡sólo para descubrir que no era mi compañera sino un individuo desconocido! Aquello me dejó desconcertada y avergonzada.
Cuando era niña, se me salió mi primer diente y me sentí tan avergonzada que intenté volver a pegarlo. Ni que decir tiene que el intento no acabó bien; en lugar de conseguir los resultados deseados, ¡me llevó al hospital!
Estaba en segundo curso cuando tuve que hacer una presentación, y en lo único que podía pensar antes de subir al escenario era en la necesidad de ir al baño. Cuando todo parecía ir bien -no había mucha gente en el baño- mis nervios se desataron en cuanto mis ojos se encontraron con los botones de mi falda; esa edad, combinada con una inminente presentación me hizo olvidar cómo abotonarme correctamente.
Al salir del baño, estaba segura de que mi falda no se deslizaría hacia abajo, pasara lo que pasara. Sin embargo, minutos más tarde, de pie frente a una clase abarrotada y hablando sobre el tallo, las hojas y las raíces de las plantas, una repentina sensación en la cadera me dejó helada. Posteriormente, vi cómo mi falda se caía lentamente hasta golpear el suelo con un ruido insoportablemente fuerte
La vergüenza nubló mi visión al no reconocer los rostros de quienes me rodeaban. Durante unos instantes, todo en mi mente se quedó en blanco y mi orgullo se escurrió de su rincón: los brazos cruzados con un "te lo dije" en los labios.
Me vi forzada a una situación vulnerable y mi cuerpo reaccionó con miedo. Me incorporé rápidamente por la sorpresa y, a pesar de los esfuerzos de mi más querida amiga por consolarme, lo único que deseaba era desaparecer.
Mientras mi gata contemplaba el cielo del atardecer desde el patio, rompí a cantar: "Esa gata enamorada de la luna, que abandona el rebaño por la noche..." Cuando me devolvió la mirada como preguntándome "¿Qué demonios estás haciendo?", caí en la cuenta de lo distinta y extraña que era. Aunque algunos me juzguen por cantarle a un felino (¡tengo 20 años, después de todo!), este comportamiento excéntrico me produce alegría.
Mientras paseaba por los pasillos de la escuela, mi crush me seguía a unos metros de distancia. Cada pocos segundos, miraba hacia atrás para admirarlo y, de repente, perdí la concentración al apartar la vista: ¡me estrellé contra uno de esos postes! La vergüenza aumentó cuando mi amigo se echó a reír cerca... Pero tratando de mantener una compostura "digna", continué caminando despreocupadamente - pero nose si mi crush vio, mi pequeño paso en falso.
Mientras paseaba por la calle, un grupo de niños me saludó y gritó mi nombre. Me pareció extraño, ya que ni siquiera los conocía, aunque eran vecinos. Aun así, por educación les dije adiós en respuesta - ¡sólo para girarme de nuevo momentos después y ver a una niña pequeña en la esquina saludando! El saludo no era para mi, me decepcionó un poco; ¡no obstante, quede avergonzado!
Mis compañeras y yo teníamos un trabajo grupal. Fuimos a la vivienda de la que vivía más cerca al instituto. Era un edificio, con nuestras amigas ascendemos. Pero, nuestra compañera, dueña de la vivienda, no nos pretendía decir en donde vivía. Entonces nosotras en un arranque de disparidad, fuimos tocamos todas las puertas del edificio. Hasta que en una de ellas una señora gruñona sallo. Nosotras nos fuimos corriendo y recién nuestra compañera nos dejó ingresar a su casa. Tuvimos que hacer el trabajo en la mitad de susurros, puesto que habíamos pensado que la señora iba a venir a demandarnos.
Un día, mientras estábamos en clase, un compañero nuestro pensó que sería gracioso esconderse detrás del armario. Sin que nos diéramos cuenta, ¡nuestro profesor de química entró en la clase y fue directo a ese mismo armario! En un instante, mi compañero había empujado la puerta para abrirla, ¡sin esperar que en realidad era nuestro profesor el que estaba al otro lado! En consecuencia, todos sufrimos un castigo de dos semanas por el propio director. Hasta el día de hoy, aquellas experiencias han dejado huella para siempre.
Mientras paseaba por la calle, un camión me roció de repente con una "salpicadura de agua" al pasar por encima de un enorme charco. De repente, ¡me sentí como un pollo completamente empapado! Aunque mi atuendo quedó mojado de la cabeza a los pies, nada pudo empañar mi espíritu fuerte y mi actitud alegre de aquel día. Efectivamente, cuando llegué al trabajo todo el mundo se reía, ¡pero por todas las razones correctas!
Hace sólo dos días, asistí al funeral del padre de un amigo. A petición suya, contrataron a una adivina para que les acompañara al cementerio y predijera quién sería el siguiente en morir. Tras concentrarse profundamente en su trabajo, declaró que quien se marchara primero estaba condenado a morir en esta semana... ¡y aquí estamos todos hoy! Todos están comiendo pizza (con refrescos y café) mientras juegan al dominó, al ajedrez o a las damas; incluso la clarividente aún no ha salido.
Cuando era niña, hablar sin cesar parecía ser mi pasatiempo favorito. Mi padre, sin embargo, sabía qué truco me haría parar cuando fuera necesario. Creó un elaborado cuento sobre que sólo se te concedían 10.000 palabras al mes y que si las utilizabas todas antes del día 20 del mes, ¡te quedarías mudo hasta que llegara el mes siguiente! Por increíble que pareciera al principio, esta historia funcionaba mágicamente cada vez que la contaba.
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